jueves, 30 de agosto de 2012

A Volante


  1. En qué oídos resbalan tus gemidos. En qué retinas no se clava tu dolor. Qué brazos tiñen de rojo la tierra con la sangre que derramas por cada herida. En qué corazones alienta la emoción del aire que te falta en cada estertor. Qué bocas sonríen tu agonía. Qué manos empuñan el acero que rasga tu piel, horada tu carne y astilla tus huesos. A qué mente puede conmover tu desesperada huida hacia la rendición doliente, hacia el rincón último de tu existencia, hacia la confluencia d...
    e sombras que anuncian la llegada de tus asesinos. Qué clase de seres, hermano toro, saciarán su vehemencia, alimentarán su alegría y reafirmarán su masculinidad, con el más cobarde crimen que pueda parir esta sociedad enferma, en la que a la perversión todavía se le declara actividad de interés turístico.

    Los lanceros del Patronato del Toro de la Vega. Esos energúmenos y todos aquellos canallas que autorizan y defienden tu alanceamiento, son los monstruos que ni escuchan ni ven tu sufrimiento, los que disfrutan con tu terror, y los que a tan pocos días de que seas horriblemente torturado hasta la muerte, ya están pensando en quién ocupará tu lugar el próximo año.

    No, no habrá próximo año para algo así. Os lo juramos miserables, y se lo juramos a las víctimas que nunca lo serán.

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